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sábado, 10 de julio de 2010

No era uno de esos días en los que el sol participaba de los festejos, ni uno de esos días en los que el calor daba alivio a tus huesos. Marchaban los lobos por el monte esperando que la tormenta se presente a la función, con ella el rayo, el mejor espectador. Los árboles caían con cada paso que daba el viento y las aves bailaban alrededor de aquella pila de cuerpos que se encontraba en el escenario de tierra. Nos mataron uno por uno, sin descanso, sin piedad. No nos dieron tiempo de reclamar y no hubo testimonio que nos salve. El amor fue el primero en caer, ya nadie creía en el, el ya no creía en nadie. Pidió una segunda oportunidad para tratar de demostrarle al mundo que el todavía seguía luchando, pero todos hicieron oídos sordos a su petición y la flama en el pecho de aquellos pocos creyentes se desvaneció en el acto. La segunda en caer fue la fe, respaldada por nadie, repudiada por todos. "¿Crean en mi?" Todo estaba perdido. La ilusión duró menos que el amor y la fe, su lucha fue en vano. La última en caer, la esperanza. "Seré lo último que se pierda, no puedo desaparecer, necesito persistir, debo luchar" Azotada por el llanto de las sirenas, pisoteada por los cuervos, cayó sin dar puntada a su gran anhelo. Grandes buitres con capuchas danzaron en honor al dolor. Chau mundo, despedite de tu jornada de soles, bienvenido sea el infortunio a todos los corazones.

(Saber que todo fue un sueño me llena de fe y esperanza. Una gran ilusión que me hace amar más a la vida)

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