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miércoles, 30 de junio de 2010

Aquel camino lleno de adoquines le puso color a nuestro recorrido...
Si todos nuestros caminos fueran así, si todos nuestros caminos fueran en el mismo sentido. Levantarme a la mañana y ver que estás ahí, atento al sol, atento al mar. Poder reír y llorar de la mano, poder sentir que falta poco, y que la emoción corra por nuestras venas.
(Darse cuenta de que estamos próximos a caer otra vez, y tomarle el gusto a salir volando)
Podríamos contar historias que al pasar se conviertan en realidades, siendo parte de ellas, quedando fuera del todo, contribuyendo un poco con la nada, y planeando lejos de la memoria y el olvido.

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