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martes, 6 de julio de 2010

Es muy fácil contestar a ciertas preguntas cuando la respuesta actúa como una mísera constante.

¿Cómo estás? No sé.
¿Todo bien? No sé.
¿Sos feliz? No sé.
¿Estás triste? No sé.
¿Qué querés? No sé. Simplemente no lo sé.

No puedo asegurar estar bien ni mal, no puedo asegurar nada. Sonrío, pero algo falta. Algo falta, pero no siento un vacío. Lloro, pero no estoy triste.
"Ahí está, corre entre la lluvia y el desierto, baila entre la euforia y la paciencia, canta entre el saber y la inconsciencia, todo es gris, no son montañas ni llanuras, ahora son mesetas"

¿Cómo estás?
No sé, y creo que no quiero saberlo.


Es posible lo sepa, y es más que seguro que no.
(Ese nudo en la garganta y ese párrafo que tengo atragantado hace meses gritan por un poco de libertad)

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