Seguidores

viernes, 20 de agosto de 2010

Me gusta soñar que en mi cuarto hay un árbol. Me gusta creer que de sus ramas se desprende la brisa que me guía cada mañana, sin importar el tiempo, no hay estación que valga. Imagino que sus raíces me envuelven, que vida le dan a mis venas, que aquella savia me sirve de sangre, que hoy soy lo más simple sobre la tierra.


Si esa simpleza no me da dicha, lo hará leer a tu sombra, si esa brisa no sana mis heridas, lo hará cada una de tus flores, cada uno de tus frutos.


Vuelvo a estar lejos de acá, y recuerdo haberte plantado. Tus hojas marcan mis días y tus ramas cada una de las estaciones de mi memoria. Veo como tus hojas caen, veo como crecen de vuelta, y me veo a mi reflejada en ellas. Veo como caigo con cada una, soy capaz de entender como resurjo con ellas, puedo observar que me has regalado más primaveras de las deseadas, realmente me siento alagada.


Despertar y ver mi vida dándome la cara, abrir los ojos y no ver nada más que mi propia alma reflejada.


Hoy vuelvo a soñar que hay un árbol en mi cuarto, cuyas flores jamás se marchitan, cuyas hojas resisten cada otoño, cada invierno.


[Me pregunto si ya habré cumplido con mi parte de tierra. Creo que solo me falta eso, plantar un árbol...]

1 comentario: