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martes, 31 de agosto de 2010

Melodía

Me asusté cuando te vi a lo lejos con tu violín en mano. Tocabas una melodía más que desconocida para mis oídos, una tierna canción que te arrullaba con ansias y te dormía de un golpe.
'Serías tan amable de parar, no creo que mis dedos puedan soportar'
'Si no fueras presa de la envidia, tus dedos bailarían. No culpes al que lee, culpá al que escribe'
Seguiste tocando y ya no lo pude soportar, corrí lejos de tu vista para un frasco buscar. Volví triunfante con el dichoso frasco en mis manos, y me di el gusto de encerrar 20 de tus hermosas notas en el. Me miraste suplicante pero sin parar de tocar, con los ojos me pediste que devuelva el sol y el la.
Dancé entre los girasoles y me senté al borde del precipicio. Con una radiante sonrisa abrí aquel frasco, y las notas se encaminaron hacia el fondo del abismo. Pude escuchar variedad de canciones, supe que en ese momento se quebraron un par de corazones. La marcha fúnebre se irguió orgullosa mientras que Vivaldi se mezclaba con el horizonte.
Te escuché caminar detrás mío, y a pesar de todo, te oí frenar. Dos fuertes brazos se alzaron para mi cuerpo rodear, y más allá de la soledad de sus dedos, las cuerdas volvieron a tocar
'¿Aquello que suena es producto de mi envidia?'
'Aquello que suena es producto de tu corazón junto al mío'

No serías capaz de adivinar cuantos violinistas mueren al borde del abismo.

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