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jueves, 9 de agosto de 2012

Los dos de siempre.

-¿Qué hora es?-
-...-
-¿Hola?.-
-...-
-Hora por favor.-
-La de siempre.-
-No tiene lógica.-
-¿Y qué lógica tiene que preguntes la hora? A mi tu planteo me parece igual de disparatado.-
-Tiene la lógica de saber en qué momento del día me encuentro, no me parece ilógico, me baso en las horas para acomodar mi vida.-
Sus miradas se cruzaban incesantemente. Esos ojos chocolates perseguidos por el horario brillaban con el fulgor de la duda, mientras aquella mirada de bosque se iba tiñendo de de decepción.
-Me gustaría saber que es lo que no entendes, no soporto esa mirada.- dijo el chocolate.
-No entiendo como es que no te alcanza con seguir al día, mirá el cielo, calculá en que momento de tu vida estás.-
-Eso definitivamente va a ayudarme a llegar temprano a mis obligaciones, tiene tanta coherencia como yo paciencia. No era una pregunta tan elaborada.-
-Y así es como dejás que tu vida pase, dejando que el tiempo gobierne hasta tu paciencia. Mirá tus manos, no dejaron de moverse desde que formulaste la pregunta. ¿Es necesario vivir con un reloj en la garganta?- El bosque posó su mirada en el techo como si fuera el mismísimo firmamento.
-Todos necesitamos un reloj en nuestras vidas.-
-Todos necesitamos que el reloj no sea nuestra vida. Ahora pregunto ¿Que es lo que tenías que hacer? Nuestra charla lleva más de 15 minutos. ¿Era realmente necesaria la pregunta?.-
El chocolate se congeló de repente. Una espesa niebla cubrió cualquier respuesta que se pudiera haber formulado en su mente.
-¿Ves? Es la costumbre de sentirnos atados a algo, es la necesidad de estarlo.- El bosque volvió a posar sus pequeños ojos en el chocolate. Y al fin, sonrió.- Que no te mate el tiempo, que no te obligue a seguirlo.-
-Vivimos en una sociedad donde el tiempo vale oro, obviamente debo cuidar de el.-
-Y también vivimos en una sociedad en la cual la gente se mata por la falta de éste. Morí.-

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