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domingo, 20 de junio de 2010

Un por qué y un vale cuatro que corren de la mano.

Infinitas son las veces que jugué con los árboles mientras vos escribías mi destino bajo la sombra de uno de ellos. A pesar de no tener tinta, tu pluma seguía trazando sin detenerse en ninguno de aquellos renglones imaginarios que alguna vez construimos en nuestras mentes para darle un orden a la vida, un orden que jamás supimos darle, porque jamás supimos que era la vida.
Conseguimos dos espejos en los que reflejamos dos mundos, dos mundos que formamos con hojas y ramas, dos lugares, dos paraísos. La pluma seguía trazando sobre aquel añejo papel que, probablemente, estuvo en tus manos desde que el mundo es mundo, si es que lo es.
Los espejos cobraron "vida" y alentaron a nuestras ilusiones a caminar por un puente de rosas.
¿Nadie les contó que las rosas tienen espinas?
"Algunas veces me pregunto qué es el cielo, otras me pregunto por qué ladra el perro y no el gato"
Más simple aún, por qué perro y por qué gato.
Las rosas danzaron sumisas y astutas.
"Tal vez, el todo no existe"
Nada existe, el todo es la nada, y la nada es el todo.
Caminé hacia mi paraíso y descubrí un arroyo en el. Miles de colores se mezclaban en una cascada de palabras inconclusas, que caían sin sesar al fondo de una fuente.
"A veces creo que vivimos al revés, ya que consideramos al sol el día, y a la luna la guardiana de nuestros más oscuros secretos"
No hablemos de vivencias ni de guardianes.
En la fuente encontré dos monedas.
"¿Alguna vez te hablaron de las dos caras de la vida? Las cosas buenas y las cosas malas pasan."
Y aquí aparece el hombre, juzgando al bien y al mal, sin poder diferenciar el agua del fuego.
Guardé aquellas monedas en mi bolsillo, y corrí lejos de mi paraíso. Tal vez, otro espejo funcione para mi. Y tal vez, aquellas líneas que escribiste puedan decirme tres porque y un todo.
"¿Alguna vez se preguntaron si realmente saben algo, o si en realidad no saben nada?"
Yo si.

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