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domingo, 19 de septiembre de 2010

Sube y baja

Y hasta en sueños me persigue, me canta al oído y me enamora, la más dulce de las melodías toca en mi mente noche y día. Partícipe de mis emociones y causante de mis ilusiones, una canción que vive para alentarme, canción que vive para acunarme.
Sube al cielo tres veces, de un arpa no depende. Baja al infierno y calor trae a mis venas, pero se va rápido, antes de que haya condena.
Si pudiera encontrarla, tan solo hablarle. Es imposible, corre por el aire.
Con pequeñas manos la dibujaba, ahora de grande me dedico a escucharla. No la ven, yo la veo, me desampara que a los demás no les de consuelo.
Y vuelve a tocar el cielo, y recorre una vez más el infierno.
Canta para todos pero, especialmente para mi. Se que entiendo algo que mi vecino no es capaz de sentir. Lo que alimenta el alma sin tropiezos, lo que hace falta en las noches de invierno.
Sube al cielo, baja al infierno.
Jamás en el medio, no tiene sentido, la dulce melodía sigue entonando en mi oído.
¿Cómo es capaz de emocionarme, si ni siquiera puede paralizarte?
Y allí lo veo, son manos danzando sobre marfiles, no son hilos, ni atriles.
Sube a mi cielo, baja a mi infierno.
Jamás en el medio, jamás en mi medio.
Me sigue y es mi sombra, en alegrías y tristezas ella me ronda.
[Cada uno tiene una canción por la cual vivir, una melodía que te invita a seguir.
Ponele nombre y apellido, ponele causa y sentido]

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