Es raro como algo tan simple te da libertad, aunque sea por un ratito, una pizca de tiempo que bien vale la pena. No siempre alcanza con escucharlo y ahí es cuando mis dedos se convierten en mis mejores amigos, dándome a entender que solo con ellos puedo sentir realmente lo que estoy haciendo y diciéndole a mi oído lo equivocado que está la mayoría de las veces. Curioso sentido el del tacto, a veces nos da lo que los otros no pueden darnos.
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