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sábado, 31 de julio de 2010

No es fácil verte otra vez, ni verla a ella de tu mano [tan pequeña y frágil como de costumbre, tan hermosa...tan vos]. No es muy sano ver como el cielo se te viene encima, como los edificios se transforman en árboles, ni como las baldosas forman un remolino de colores bajo mis pies. Recuerdo haber corrido kilómetros de selva (que no se de dónde salió), y haberme topado con un gran espejo. Con un tímido toque de mis dedos, este pereció en mil pedazos, formando un río que me envolvió, el agua subió y...
Me desperté abrazada a un oso, con una pierna afuera de las sábanas y sin las medias.

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