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domingo, 8 de agosto de 2010

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"Lejos de los muros de la vieja ciudad, sentada sobre un gran reloj de arena, todavía te espero. Veo como cada grano de paciencia cae hacia el fondo de aquel inmenso objeto, que marca mis días como si fueran meses y mis meses como si fueran años. Un pequeño jardín de rosas entre mis manos me da la bienvenida cada mañana y le hace compañía a un rayo de sol que da vida a mi pelo haciéndolo danzar en aquel reducido espacio en el que me encuentro, formando en el aire miles de paisajes, miles de horizontes"
Era una de aquellas muñecas antiguas que en sus ojos tienen infinidad de historias para contar, de aquellas que demuestran finura y elegancia con sus pequeños vestidos con volados, colores sobrios, rasgos perfectos. La porcelana mostraba sus años de espera y sus ropas dejaban a la vista cuan triste había sido su viaje. Con sus pelos danzando y su mirada posada sobre el fondo del reloj, la muñeca siguió esperando. No alcanzó a ver cuando los árboles decidieron hacerse notar, ni cuando el reloj comenzó a moverse. Perdida y sin escapatoria se aferró a las rosas que permanecían en sus manos, clavándose así sus espinas y siendo presa de una inmensa sorpresa cuando sus dedos se tiñeron de escarlata. De sus ojos cayó una solitaria lágrima que viajó por su nariz hasta llegar a su boca, en donde pudo sentir por primera vez en su larga existencia algo más que el gusto agrio del polvo.
"¿Por qué duele? ¿Por qué me lastiman? No amarlas sería imposible, mis únicas compañeras. ¿Por qué un río de sangre se aloja ahora en mis manos? Traición a mi corazón".
Cada grano de paciencia que caía ahora hacia el fondo llevaba consigo un rastro de roja amargura, que se agitaba sin cesar con cada paso que el reloj daba.
Y ahí estaba, ahí se encontraba parado el motivo de su espera. Una galera tapando su rostro y un par de guantes azules en sus manos. Vestido de gris caminó imponente hacia el reloj y con solo un toque de sus dedos, lo rompió.
"Caí durante horas, sin saber cuando el piso me daría la bienvenida. Solo fui consciente de la sal que se acumulaba en mi boca hasta que lo vi, el suelo de adoquines negros como la noche me esperaba cada vez mas ansioso. Mis manos no fueron suficiente para tanto viaje y..."

Me desperté buscando mi casa aún sabiendo que no estaba en ella.
[Ni dos segundos después mi mente dio paso a aquellas 6 imposibilidades haciéndome ver que el límite se lo pone uno mismo, dándome a entender que sería más divertido pensar 6 posibilidades]
Amo que mis sueños sean claros y que me aclaren varias cosas.
[Aunque me pregunto por qué siguen siendo tan trágicos si solo me traen buenas conclusiones]

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