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sábado, 15 de septiembre de 2012
Posibles e imposibles (cuando un título es más largo que la entrada y carece de sentido para el mundo. Efectivamente, yo no soy parte del mundo)
(Mi deseo de fin de año)
1.75
(En cuanto papá noel entre por la ventana y pele un vodka)
jueves, 9 de agosto de 2012
Los dos de siempre.
-...-
-¿Hola?.-
-...-
-Hora por favor.-
-La de siempre.-
-No tiene lógica.-
-¿Y qué lógica tiene que preguntes la hora? A mi tu planteo me parece igual de disparatado.-
-Tiene la lógica de saber en qué momento del día me encuentro, no me parece ilógico, me baso en las horas para acomodar mi vida.-
Sus miradas se cruzaban incesantemente. Esos ojos chocolates perseguidos por el horario brillaban con el fulgor de la duda, mientras aquella mirada de bosque se iba tiñendo de de decepción.
-Me gustaría saber que es lo que no entendes, no soporto esa mirada.- dijo el chocolate.
-No entiendo como es que no te alcanza con seguir al día, mirá el cielo, calculá en que momento de tu vida estás.-
-Eso definitivamente va a ayudarme a llegar temprano a mis obligaciones, tiene tanta coherencia como yo paciencia. No era una pregunta tan elaborada.-
-Y así es como dejás que tu vida pase, dejando que el tiempo gobierne hasta tu paciencia. Mirá tus manos, no dejaron de moverse desde que formulaste la pregunta. ¿Es necesario vivir con un reloj en la garganta?- El bosque posó su mirada en el techo como si fuera el mismísimo firmamento.
-Todos necesitamos un reloj en nuestras vidas.-
-Todos necesitamos que el reloj no sea nuestra vida. Ahora pregunto ¿Que es lo que tenías que hacer? Nuestra charla lleva más de 15 minutos. ¿Era realmente necesaria la pregunta?.-
El chocolate se congeló de repente. Una espesa niebla cubrió cualquier respuesta que se pudiera haber formulado en su mente.
-¿Ves? Es la costumbre de sentirnos atados a algo, es la necesidad de estarlo.- El bosque volvió a posar sus pequeños ojos en el chocolate. Y al fin, sonrió.- Que no te mate el tiempo, que no te obligue a seguirlo.-
-Vivimos en una sociedad donde el tiempo vale oro, obviamente debo cuidar de el.-
-Y también vivimos en una sociedad en la cual la gente se mata por la falta de éste. Morí.-
martes, 7 de agosto de 2012
domingo, 13 de mayo de 2012
El país...
Me hago tan grande que desaparezco del mapa (yo soy el mapa)
sábado, 7 de abril de 2012
miércoles, 1 de febrero de 2012
Un ser pesimista, amargado, deprimido.
Si, deprimido. Ese es el termino. Soy un ser totalmente deprimido.
Y me río, porque es lo único que me mantiene viva en este momento, y lloro, porque es lo único que me recuerda lo que realmente siento.
Me peleo con mi cabeza, con los sonidos, con los lugares... todos ellos me recuerdan lo que quise, lo que quiero, y lo que siempre dije que iba a querer. Las paredes me encierran y se me caen encima, solo para mostrarme aquello de lo que huyo día a día.
Detesto no reír con libertad.
Y detesto todo aquello que me recuerda día a día que mi viejo está muerto. Trucos de la mente, agujeros en el alma.
viernes, 27 de enero de 2012
Tal vez sea un demonio que me busca seguido, me habla de noche y me habla al oído. Ahí es cuando lloro y no encuentro sentido (se pierden las cosas, se pierden conmigo).
Me miro... me miro al espejo y ya veo una sombra, un reflejo difuso, una mancha borrosa.
Ahí es cuando lloro y se hace de día, ahí es cuando me duermo...
y ahí me quedaría~
sábado, 17 de septiembre de 2011
De la cabeza
martes, 2 de agosto de 2011
Algún día volveré y comentaré.
jueves, 9 de junio de 2011
Mamá...
jueves, 5 de mayo de 2011
Cuando cuentas cuentos...
Me sentía sola, sentada en aquella inmensa habitación, escuchando el ruido de la lluvia… y sus gritos. Traté de poner atención en el libro que sostenía entre mis manos, pero me era prácticamente imposible. El dolor, la angustia, la ira acumulada en mi pecho estaban haciendo estragos en mi cuerpo. No soportaba más, ya no podía tener aquella esperanza infantil que me decía que todo iba a estar bien, ya era una mujer, y a veces las mujeres debemos aceptar que en algunos casos la esperanza es en vano.
Con mis dedos trate de secar el inicio de unas traviesas lágrimas que comenzaron a asomarse por mi rostro y, sin perder más tiempo, me levante para dirigirme al baño. Con mis pies descalzos sentí el filo de un alfiler que se encontraba en el piso y al mirar, observe la pequeña mancha de sangre que empezaba a formarse. No me importó, hay dolores más grandes es esta vida que una mísera gota de sangre.
Abrí la puerta con temor de ser oída, quise ser sigilosa y perderme en el ruido del ambiente pero fue prácticamente imposible. Las voces se hicieron cada vez más fuertes y en un abrir y cerrar de ojos los tuve frente a mi.
- ¿Y ahora qué? ¿Vos también vas a llorar? – Sus fríos ojos miel me miraban con rabia pintada en las pupilas.
- Andá para adentro que esto es entre nosotros dos. – Esos ojos verdes que tanto miedo me dieron durante mi infancia se dieron el placer de tratarme como un ladrillo más en la enorme pared.
Seguí mi camino hacia el baño y al llegar a la puerta, me aseguré de que sus voces estuvieran lejos de mi alcance. Entré y pude sentir mi pie resentido con cada paso que daba, la mancha de sangre había crecido y me miraba altiva desde abajo.
Cerré la puerta a mis espaldas y le puse el seguro, necesitaba sentirme segura en algún rincón de aquello que decía llamarse hogar. Tuve la necesidad de abrir la canilla y ver correr el agua y ahí, perdí la noción del tiempo y el espacio. Levanté mi cabeza hacia el espejo y observé mis ojos en el. Nada, allí no había nada. Era como mirar un paisaje devastado por el temporal, un edificio que en su demolición supo ver su triste final. Opacos, sin brillo, sin ganas de seguir mirando el horizonte. Aquel marrón chocolate ya no existía y en su lugar, predominaba aquel marrón oscuro que simboliza al bosque en ruinas.
Volé al pasado, me creí una niña por un rato. Volví a esa época en la que me era imposible entender las cosas en su totalidad y simplemente sonreía y pedía jugar un rato más. Volví a aquel tiempo en el que hacía carpas con las sábanas de mi cama y sentía que tenía mi propio hogar, donde mi madre me contaba cuentos y me padre no me hacía llorar.
Fui capaz de volver en si y por primera vez en años pude ser consciente del calor de las lágrimas recorriendo mis mejillas.
Lloré por mi, lloré por ellos, por la angustia y la amargura, por la ira y la locura. Llore por todo lo que debía llorar, pero lo hice sola. Porque sola crecí y sola debo continuar.
Me lavé la cara con mucho énfasis en los ojos, necesitaba aparentar felicidad o como mínimo, un poco de cordura. Saqué el seguro y abrí la puerta. Pude apreciar el silencio y al caminar hacia la cocina, me di cuenta de que el ya no estaba.
- Todo va a estar bien, tené un poco de fe. Las cosas van a cambiar.- Dijo dándome la espalda.
Me limité a tomar un vaso de agua y emprendí camino de vuelta a mi dormitorio. Al dirigir mi vista hacia el suelo, pude apreciar las pequeñas manchas de sangre en el, para recordarme que aunque lo desee con toda mi alma, aquello no fue un sueño.
Entre en mi cuarto y me senté en la cama, retomé la lectura de mi libro, o al menos eso pretendía.
Tené fe… tantos años buscándola y ya no la encuentro ni en mis propios ojos. Seguir leyendo era lo único que me quedaba.
…”
Cuando cuentas cuentos, mira cuantos miedos se alejan.
martes, 26 de abril de 2011
Al grano
Hay tragedias que no deberían existir, dolores que no tendrían que surgir…
En términos generales, siempre hay algo que nos hace subsistir, aún con el agua en el cuello y el corazón a medio vivir. ¿Por qué desear la muerte si tenés algo por lo cual seguir aquí? El amor, cosa curiosa… sentimiento travieso sin razón ni retorno. Por más que duela y no de tregua, sin duda es el que más nos pone a prueba.
Esa mirada de alma a alma que solo entiende el que realmente lo siente, debe ser suficiente para borrar todo tormento y tribulación en nuestras mentes. Lo es.
Ese abrazo sin final que nos dice que vamos por más, la tímida caricia, la sonrisa.
El beso que devuelve el aliento al mismísimo muerto, esa mano que te guía, te acompaña, te cuida.
¿Realmente hay razón para seguir llorando? ¿Hay algo más fuerte que eso?
No lo hay, y si lo hay, el amor no existe… es solo un cuento mal hecho. Sin líneas ni fundamentos, sin palabras ni sentimiento. Un invento de la mente, una confusión nada coherente.
[Gente a la cual le cuesta admitir que el amor lo puede todo, borra la ira y la avaricia, el pasado, el dolor y la soledad]
Si no le gana, no es verdad
lunes, 28 de marzo de 2011
jueves, 24 de marzo de 2011
Todo esta guardado en la memoria
Según wikipedia, es una explicación simple:
Proceso de Reorganización Nacional es el nombre con el que se autodenominó la dictadura cívico-militar que gobernó la Argentina entre 1976 y 1983 a partir de un golpe de estado que derrocó al gobierno constitucional de la presidente María Estela Martínez de Perón e instaló en su lugar una junta militar encabezada por los comandantes de las tres Fuerzas Armadas. Esta etapa, a la que suele referirse simplemente como "el Proceso", es considerada una de las más sangrientas de la historia argentina. Se caracterizó por el terrorismo de estado, la constante violación de los derechos humanos, la desaparición y muerte de miles de personas, el robo sistemático de recién nacidos y otros crímenes contra la humanidad. Un largo derrotero judicial y político ha permitido condenar a parte de los responsables en juicios que aún continúan su curso.
Según el pueblo, es otra cosa.
"¿Sabes cómo se siente perder un hijo, que desaparezca del mapa de un momento a otro? ¿Sabes como se siente perder tus ideales, tus esperanzas, en manos de un hombre decidido a fusilarte? ¿Te imaginas, tan solo por un momento, lo que es ir caminando por la calle con el temor de perder tu libertad en tan solo un instante? No, es imposible imaginarlo, es algo que solo puede aparecer en nuestras mentes si lo vivimos"
Me cuesta sentirlo, tuve la suerte de no vivirlo. Pero el dolor, de alguna manera, está.
Hace ya 35 años que nos pesa en la memoria el dolor de unas cuantas generaciones, hace ya 35 años que nos unimos al dolor de 30.000 familias que no tuvieron un cuerpo del cual despedirse.
Si, son 30.000 los secuestrados, torturados, asesinados... sin rastro, sin nada más que un nombre que nos ayude a recordarlos. Miles de madres buscando a sus hijos, marchando con sol y lluvia por una plaza desierta, buscando alivio en sus corazones, queriendo saber si sus seres queridos todavía respiran.
No se justifica, no hay nada en el mundo que lo justifique. ¿Realmente hay algo que pueda justificar la muerte de tantos? ¿Hay algo que vale lo suficiente como para dejar un rastro de saladas lágrimas a través de los años? ¿Algo tan sublime, como para que 35 años después nuestros ojos se sigan aguando? Según ellos, si. Un concepto de patria absoluta, oprimida y sumisa. Para ellos si valía la pena.
Algunos me dicen "¿Por qué te duele tanto, si no viviste en esa época?" Mi respuesta es muy simple "¿Te crees que un acontecimiento de esa magnitud no marca a una sociedad? ¿A un pueblo? ¿A un país?". Escuchar a mi mamá contándome como pudo escapar de ser secuestrada, hablándome de aquellos amigos a los que no volvió a ver nunca más. Siempre me hablaba de una de sus mejores amigas, se estaba por casar y se sentía realmente feliz por eso... pero su futuro esposo nunca volvió de la universidad, y esa mujer ni tuvo un cuerpo en el cual llorar. Me sigo preguntando ¿Era necesario?
Aviso que lo siguiente es un testimonio de tortura, y no va a ser muy lindo para muchos leerlo:
El 5 de abril de 1978, aproximadamente a las 22 horas, el Dr. Liwsky entraba a su casa en el barrio de Flores, en la Capital Federal:
«En cuanto empecé a introducir la llave en la cerradura de mi departamento me di cuenta de lo que estaba pasando, porque tiraron bruscamente de la puerta hacia adentro y me hicieron trastabillar.
Salté hacia atrás, como para poder empezar a escapar.
Dos balazos (uno en cada pierna) hicieron abortar mi intento. Sin embargo todavía resistí, violentamente y con todas mis fuerzas, para evitar ser esposado y encapuchado, durante varios minutos. Al mismo tiempo gritaba a voz en cuello que eso era un secuestro y exhortaba a mis vecinos para que avisaran a mi familia. Y también para que impidieran que me llevaran.
Ya reducido y tabicado, el que parecía actuar como jefe me informó que mi esposa y mis dos hijas ya habían sido capturadas y «chupadas».
Cuando, llevado por las extremidades, porque no podía desplazarme por las heridas en las piernas, atravesaba la puerta de entrada del edificio, alcancé a apreciar una luz roja intermitente que venía de la calle. Por las voces y órdenes y los ruidos de las puertas del coche, en medio de los gritos de reclamo de mis vecinos, podría afirmar que se trataba de un coche patrullero.
Luego de unos minutos, y a posteriori de una discusión acalorada, el patrullero se retiró.
Entonces me llevaron a la fuerza y me tiraron en el piso de un auto, posiblemente un Ford Falcon, y comenzó el viaje.
Me bajaron del coche en la misma forma en que me habían subido, entre cuatro y, caminando un corto trecho (4 ó 5 metros) por un espacio que, por el ruido, era un patio de pedregullo, me arrojaron sobre una mesa. Me ataron de pies y manos a los cuatro angulos.
Ya atado, la primera vez que oí fue la de alguien que dijo ser médico y me informó de la gravedad de las hemorragias en las piernas y que, por eso, no intentara ninguna resistencia.
Luego se presentó otra voz. Dijo ser EL CORONEL. Manifestó que ellos sabían que mi actividad no se vinculaba con el terrorismo o la guerrilla, pero que me iban a torturar por opositor. Porque: «no había entendido que en el país no existía espacio político para oponerse al gobierno del Proceso de Reorganización Nacional». Luego agregó: «¡Lo vas a pagar caro... !¡ Se acabaron los padrecitos de los pobres!»
Todo fue vertiginoso. Desde que me bajaron del coche hasta que comenzó la primera sesión de «picana» pasó menos tiempo que el que estoy tardando en contarlo.
Durante días fui sometido a la picana eléctrica aplicada en encías, tetillas, genital, abdomen y oídos. Conseguí sin proponérmelo, hacerlos enojar, porque, no sé por qué causa, con la «picana», aunque me hacían gritar, saltar y estremecerme, no consiguieron que me desmayara.
Comenzaron entonces un apaleamiento sistemático y rítmico con varillas de madera en la espalda, los gluteos, las pantorrillas y las plantas de los pies. Al principio el dolor era intenso. Después se hacía insoportable. Por fin se perdía la sensación corporal y se insensibilizaba totalmente la zona apaleada. El dolor, incontenible, reaparecía al rato de cesar con el castigo. Y se acrecentaba al arrancarme la camisa que se había pegado a las llagas, para llevarme a una nueva «sesión».
Esto continuaron haciéndolo por varios días, alternándolo con sesiones de picana. Algunas veces fue simultaneo.
Esta combinación puede ser mortal porque, mientras la «picana» produce contracciones musculares, el apaleamiento provoca relajación (para defenderse del golpe) del músculo. Y el corazón no siempre resiste el tratamiento.
En los intervalos entre sesiones de tortura me dejaban colgado por los brazos de ganchos fijos en la pared del calabozo en que me tiraban.
Algunas veces me arrojaron sobre la mesa de tortura y me estiraron atando pies y manos a algún instrumento que no puedo describir porque no lo vi pero que me producía la sensación de que me iban a arrancar cualquier parte del cuerpo.
En algún momento estando boca abajo en la mesa de tortura, sosteniéndome la cabeza fijamente, me sacaron la venda de los ojos y me mostraron un trapo manchado de sangre. Me preguntaron si lo reconocía y, sin esperar mucho la respuesta, que no tenía porque era irreconocible (además de tener muy afectada la vista) me dijeron que era una bombacha de mi mujer. Y nada más. Como para que sufriera... Me volvieron a vendar y siguieron apaleándome.
A los diez días del ingreso a ese «chupadero» llevaron a mi mujer, Hilda Nora Ereñú, donde yo estaba tirado. La vi muy mal. Su estado físico era deplorable. Sólo nos dejaron dos o tres minutos juntos. En presencia de un torturador. Cuando se la llevaron pensé (después supe que ambos pensamos) que esa era la última vez que nos veíamos. Que era el fin para ambos. A pesar de que me informaron que había sido liberada junto con otras personas, sólo volví a saber de ella cuando, legalizado en la Comisaría de Gregorio de Laferrère, se presentó en la primera visita junto a mis hijas.
También me quemaron, en dos o tres oportunidades, con algún instrumento metálico. Tampoco lo vi, pero la sensación era de que me apoyaban algo duro. No un cigarrillo que se aplasta, sino algo parecido a un clavo calentado al rojo.
Un día me tiraron boca abajo sobre la mesa, me ataron (como siempre) y con toda paciencia comenzaron a despellejarme las plantas de los pies. Supongo, no lo vi porque estaba «tabicado», que lo hacían con una hojita de afeitar o un bisturí. A veces sentía que rasgaban como si tiraran de la piel (desde el borde de la llaga) con .una pinza. Esa vez me desmayé. Y de ahí en más fue muy extraño porque el desmayo se convirtió en algo que me ocurría con pasmosa facilidad. Incluso la vez que, mostrándome otros trapos ensangrentados, me digeron que eran las bombachitas de mis hijas. Y me preguntaron si quería que las torturaran conmigo o separado.
Desde entonces empecé a sentir que convivía con la muerte.
Cuando no estaba en sesión de tortura alucinaba con ella. A veces despierto y otras en sueños.
Cuando me venían a buscar para una nueva «sesión» lo hacían gritando y entraban a la celda pateando la puerta y golpeando lo que encontraran. Violentamente.
Por eso, antes de que se acercaran a mí, ya sabía que me tocaba. Por eso, también, vivía pendiente del momento en que se iban a acercar para buscarme.
De todo ese tiempo, el recuerdo más vivido, más aterrorizante, era ese de estar conviviendo con la muerte. Sentía que no podía pensar. Buscaba, desesperadamente, un pensamiento para poder darme cuenta de que estaba vivo. De que no estaba loco. Y, al mismo tiempo, deseaba con todas mis fuerzas que me mataran cuanto antes.
La lucha en mi cerebro era constante. Por un lado: «recobrar la lucidez y que no me desestructuraran las ideas», y por el otro: «Qué acabaran conmigo de una vez»
La sensación era la de que giraba hacia el vacío en un gran cilindro viscoso por el cual me deslizaba sin poder aferrarme a nada.
Y que un pensamiento, uno solo, sería algo sólido que me permitiría afirmarme y detener la caída hacia la nada.
El recuerdo de todo este tiempo es tan concreto y a la vez tan íntimo que lo siento como si fuera una víscera que existe realmente.
En medio de todo este terror, no sé bien cuando, un día me llevaron al «quirófano» y, nuevamente, como siempre, después de atarme, empezaron a retorcerme los testículos. No sé si era manualmente o por medio de algún aparato. Nunca sentí un dolor semejante. Era como si me desgarraran todo desde la garganta y el cerebro hacia abajo. Como si garganta, cerebro, estómago y testículos estuvieran unidos por un hilo de nylon y tiraran de él al mismo tiempo que aplastaban todo.
El deseo era que consiguieran arrancarmelo todo y quedar definitivamente vacío.
Y me desmayaba.
Y sin saber cuándo ni cómo, recuperaba el conocimiento y ya me estaban arrancando de nuevo. Y nuevamente me estaba desmayando.
Para esta época, desde los 15 ó 18 días a partir de mi secuestro, sufría una insuficiencía renal con retención de orina. Tres meses y medio después, preso en el Penal de Villa-Devoto, los médicos de la Cruz Roja Internacional diagnostican una insuficiencia renal aguda grave de origen traumático, que podríamos rastrear en las palizas.
Aproximadamente 25 días después de mi secuestro, por primera vez, después del más absoluto aislamiento, me arrojan en un calabozo en que se encuentra otra persona. Se trataba de un amigo mío, comparñero de trabajo en el Dispensario del Complejo Habitacional: el Dr. Francisco García Fernandez.
Yo estaba muy estropeado. El me hizo las primeras y precarísimas curaciones, porque yo, en todo este tiempo, no tenía ni noción ni capacidad para procurarme ningún tipo de cuidado ni limpieza.
Recién unos días después, corriéndome el «tabique» de los ojos, pude apreciar el daño que me habían causado. Antes me había sido imposible, no porque no intentara «destabicarme» y mirar, sino porque, hasta entonces, tenía la vista muy deteriorada.
Entonces pude apreciarme los testículos...
Recordé que, cuando estudiaba medicina, en el libro de texto, el famosísimo Housay, había una fotografía en la cual un hombre, por el enorme tamaño que habían adquirido sus testículos, los llevaba cargados en una carretilla. El tamaño de los míos era similar a aquel y su color de un azul negruzco intenso.
Otro día me llevaron y, a pesar del tamaño de los testículos, me acostaron una vez más boca abajo. Me ataron y, sin apuro,.desgarrando conscientemente, me violaron introduciendome en el ano un objeto metálico. Después me aplicaron electricidad por medio de ese objeto, introducido como estaba. No sé describir la sensación de cómo se me quemaba todo por dentro.
La inmersión en la tortura cedió. Aisladamente, dos o tres veces por semana, me daban alguna paliza. Pero ya no con instrumentos sino, generalmente, puñetazos y patadas.
Con este nuevo régimen, comparativamente terapéutico, empecé a recuperarme físicamente. Había perdido más de 25 kilos de peso y padecía la insuficiencía renal ya mencionada.
Dos meses antes del secuestro, es decir, por febrero de ese año, padecí un rebrote de una antigua simonelosis (fiebre tifoidea).
Entre el 20 y 25 de mayo, es decir unos 45 ó 60 días después del secuestro, tuve una recidiva de la salmonelosis asociada a mi quebrantamiento físico.»
Bebés apropiados y entregados cual paquetes para ser criados bajo identidad falsa, personas que tuvieron que abandonar sus sueños y refugiarse en otros países. Madres que hasta el día de hoy, siguen esperando ver a sus hijos entrar por la puerta. Adolescentes que no tuvieron la oportunidad de cumplir sus fantasías. Un pueblo que perdió la voluntad de creer en una patria justa.
lunes, 7 de marzo de 2011
Algo de vino, amor y rosas
Y acá vamos, paseando por la avenida, mientras me agarras la mano te entrego la vida. Dijiste que no mentías, que tu alma de mi dependía. Me regalaste mil rosas, rosas con mil espinas. Rosas de diamante, escarlatas como la sangre, filosas puntas con las que me mataste. Ahí quedé, desangrándome por los pasillos de la vida, sin alma, sin alegría.
Volvimos a vernos con ojos opacos, y otra vez me vendiste un amor de verano.
Cociste cada herida de mis brazos, le devolviste a mi cuerpo cada gota de sangre.
Y acá vamos otra vez, paseando por la avenida, mientras me agarras la mano, te saco la vida. Te clavo las espinas que saque de mi cuerpo, me apropio de tu sangre para ponerla en un cuento. Volvemos a vernos, pero en mis ojos hay brillo, resplandor de un encuentro de carne, amor y vino.
Esta vez mi cuerpo no es tuyo, se nos acabó la historia, te quedaste sin rosal.
Hoy mojo mi pluma en los restos de aquella locura, donde vos me quitaste la vida y yo te robe una aventura.
sábado, 19 de febrero de 2011
Life is not a fairytale
-Me pregunto el por qué, podríamos tener el final que nos plazca. Te falta confianza.-Le dije con una lágrima en la comisura de mis labios.
-No me falta confianza ni creo que terminemos mal. Simplemente digo que nuestro final no será como el de aquellos cuentos con los que nos han llenado la cabeza.-
-¿Por qué?-
-Porque los cuentos no existen, están escritos de puño y letra por personas como nosotros que tal vez no vivieron ni la mitad de los sentimientos descriptos en sus escritos. Tendremos un final maravilloso, no lo dudes, pero no pienso compararlo con ninguna historia mágica y desgarradora. Somos vos y yo, envejeceremos juntos y nos amaremos tanto como nos sea posible. Dos personas normales viviendo una vida con alegrías y tristezas, pero normal al fin.- Una pícara sonrisa se convirtió en la dueña de sus expresiones, para luego extender sus brazos prometiéndome un abrazo.
-Pero sería un cuento de todas formas.- Susurré acercándome a su pecho y fundiéndome en sus brazos.
-No, no lo sería. No está escrito ni lo estará. Nuestro final será descubierto sobre la marcha, jamás necesitaré leer un trozo de papel para saberlo.-
-Solo necesito un final, y que este te incluya, no pido otra cosa.-
-¿Será el fin?.-
-Mañana lo sabremos.-"
martes, 15 de febrero de 2011
corta
jueves, 10 de febrero de 2011
Tengo una cita conmigo que no me animo a afrontar
lunes, 7 de febrero de 2011
november February rain
sábado, 5 de febrero de 2011
Al rincón
O más fácil, esto me pasa por pelotuda.
Disfruten del verano mientras yo trato de entender estadística y no solo eso, también trato de entender de que me sirve en mi vida saber estadística.
viernes, 4 de febrero de 2011
changes
Mientras hacía un par de cambios y toqueteaba un par de cosas a las cuales no les prestaba atención, me asombró entrar a la parte de estadísticas y ver la cantidad de personas y la variedad de lugares. Sinceramente, pensé que solo un par de amigos y un par de colegas blogger pasaban por acá, así que definitivamente me sorprendió. No sé, si hay alguien del otro lado que se anime a dar señales de vida, estaría más que bueno.
En fin, el cambio del blog supongo que viene acompañado de un cambio en mi cabeza [uno bastante raro] En general, es un año en el que mi vida va a dar un giro muy grande, lo peor, un año donde debo volverme un ser completamente 'adulto y responsable'. Tocar el tema de "finalización de los estudios secundarios" no es algo que me apasione realmente, pero creo [necesito] hablarlo aunque sea conmigo misma.
Lo que me entristece no es el hecho de terminar el colegio [vamos, después de 6 años de enseñanza técnica, no creo que a muchos les entusiasme la idea de agregar un año más] lo que realmente me saca una lágrima es saber que me tengo que ir de EL colegio, del Fader, ese lugar que tantas alegrías me da, mis amigos, la gente, las aulas... la sensación que te da salir al recreo de la noche y tomarte unos mates con tus amigos, tirado ahí en algún pedacito de patio, escuchar a los profesores quejándose de que no hacemos nada, ver a los chicos que entran y a los que salen. Es complicado describirlo, es algo que hay que vivir para entender.
Creo que le tengo pánico a la entrega de diplomas, no quiero leer ese papel que será entregado como último símbolo de esa etapa, siento que mientras lo lea, cada palabra se va a reír de mi.... "Hola, si, egresada 2011! jajajaja, ya te vas, que bueno ¿No? Ahora sos diseñadora publicitaria, no tenés nada más que hacer acá... Andate!" [puede que no lo lea y lo queme]
Resumiendo, este año va a marcar mi vida [ojo, como si con casi 19 años tuviera mil marcas en mi alma]
Lo bueno, la universidad me entusiasma. Si no fuera así, supongo que hubiera repetido 5º año.
Au revoir a quien sea que lea esto.
A libro abierto
"Tocaba mi puerta una vez al día, y repetía lo mismo cada vez que me veía. Con sonrisa gentil y vergonzosa me decía que es lo que haría si mi vida dependiera solo de él al menos un día. Con curiosidad le di permiso de mover mis hilos por un par de horas y descubrí de esta manera lo que hay en el alma de un artista.
Complementó sus sueños con mi andar y por primera vez en años, pudo vivir.
-Es difícil-me susurraba al oído- se complica esto de correr con otro cuerpo, pero se siente bien, tan bien como si fuera cierto, tan bien como si yo viviera realmente.
Cada día tocaba mi puerta y cada día le regalaba un par de horas, para que él fuera feliz. [Y para que me hiciera feliz a mí también]
Llego un día en el que no tocó más la puerta, dejó de insistir en vivir en mi. Lo dejó en mis manos, me dejó elegir.
Me sorprendí a mi misma, años después, yendo a su puerta y ofreciéndole caminar conmigo aunque sea por un rato. Su sonrisa se ensanchó y al fin pude ver la felicidad verdadera.
Ya no me sorprende tocar su puerta cada día, me sorprende no hacerlo.
Me gusta verlo reír conmigo [y más me gusta poder reír con él].
Ya no siento que me obliga, simplemente lo necesito."
Cada vez que siento que falta algo, se que puerta debo tocar [y se quien me va a atender]
miércoles, 2 de febrero de 2011
martes, 1 de febrero de 2011
Desde abajo
Y solamente levantarme para reírme de la desgracia, para reírme de mi, y acompañarme de vuelta a la cima.
(aprender a reírse de uno mismo es más fácil que llorar cada vez que el puente se nos desarma)
Se que si la subida se me complica, siempre voy a tener en la mano una botella de agua.
lunes, 31 de enero de 2011
Lo que hay que saber...
Es lo que hacemos todos los días.
(Lanzame tu verdad)
No soporto que ahora todos los pibes se hagan fans de los Beatles para “estar en la onda” [Todos sabemos que de puertas para adentro escuchan Ricky martin] No aguanto que ahora a todos los adolescentes se les haya dado por sacar fotos y por ser “fotógrafos”… tres fotitos a una flor y ya son expertos. ¿Por qué lo hacen? Porque está de moda.
Odio los pibes que se hacen los malos y se sacan fotitos fumando y con una Speed en la mano… chabon, la Speed no tiene alcohol, y bien que cuando terminan con las fotos te ahogas con el humo del cigarrillo, huevon.
Los que se hacen los bohemios e incomprendidos solo para encajar en algún lado, los que salen de fiesta todos los días y le cuentan a todo el mundo para que los demás crean que son re pesados y jodidos. Que malos que son ¿Quieren ser mis amigos?
[Son cosas que pasan cuando algún amorfo te agrega al Facebook y te habla por inbox:
Hola! :D
Quien sos?
X… vos? xd
Y, mira, me agregaste, vos sabrás.
Hahahaha, bueno, hablemos un rato, que musica escuchas?
Mira mi perfil.
Hahahhaha, yo amo a los beattles
Ah, si, los Beatles… tu tema preferido?
Hahahaha, no se, no me acuerdo, ahahahaha :$
Saludos! Au Revoir]
Todo el resto del descargo simplemente fluyó…
No cuesta mucho ser uno mismo.
domingo, 30 de enero de 2011
Es raro como algo tan simple te da libertad, aunque sea por un ratito, una pizca de tiempo que bien vale la pena. No siempre alcanza con escucharlo y ahí es cuando mis dedos se convierten en mis mejores amigos, dándome a entender que solo con ellos puedo sentir realmente lo que estoy haciendo y diciéndole a mi oído lo equivocado que está la mayoría de las veces. Curioso sentido el del tacto, a veces nos da lo que los otros no pueden darnos.
Delicadeza y finura, esfuerzo y hermosura. Pasos fluidos y pasión descontrolada, amor por cada paso que uno avanza. La música suena y lo demás llega solo, la soltura y el empeño en crear algo maravilloso. Los pies piden tregua, las pequeñas zapatillas claman piedad al verse teñidas de un furioso carmín. Eso no alcanza, eso no los hace parar… si no duele, no sirve. Cada vez más rápido, cada vez más sublime. El Lago de los cisnes se siente de fondo otra vez, y otra vez, y otra vez, pero jamás alcanza… nadie NUNCA dice basta.
Con andar elegante, postura definida, con la frente bien alto caminan por la vida. No importa el dolor en sus rodillas ni las ampollas en sus pies. La pasión y el amor por lo que hacen son más fuertes que el dolor.
¿La meta? Su sueño, el escenario, vivir de lo que siempre han deseado. Salir y demostrar que pueden más, que el andar del ser humano puede ser maravilloso, que la finura de un cuerpo puede expresar algo hermoso…
Tienen un don natural, una fortaleza inentendible, una perseverancia increíble.
Me gustaría ser como ellos, sin importar cuanto sangren mis pies y cuanto duelen mis rodillas, poder seguir adelante, teniendo fija mi meta.
jueves, 27 de enero de 2011
[Quiero tantas cosas que de a poco se van cumpliendo]
martes, 25 de enero de 2011
jueves, 13 de enero de 2011
Quiero ver caer esas hojas!
martes, 4 de enero de 2011
Legalización roja
Chau chau, adios.
A principio del 2010 tenía el mapa armado de una manera que definitivamente no me ayudo en el resto del año, por lo menos no tenía esa estúpida percepción de que era el año quien me iba a dar algo, sino que iba a ser yo quien le diera algo al año.
Confié demasiado, me lastimé demasiado, y a pesar de haberme sentido traicionada por mucha gente, me sentí acompañada por otros con los cuales ni siquiera sabía que contaba. Eso es algo de lo que queda en mi 2010, la gente que me lastimó, ahí pasó y ahí se va a quedar. Puedo asegurar que hasta el día del hoy los sigo amando con el alma, pero la vida es vida y por algo sigue.
Por otro lado, creo que este año tuve más peleas conmigo misma que años anteriores, pero me alegro por eso. Llegue a la conclusión de que soy una gran pelotuda por razonar todo y calcular todo, y me alegro de haberlo admitido. [Amo como suena "Pelotuda!pelotuda!pelotuda!"]
¿Cómo terminó todo? Bien, lamento decirles que tiene un final feliz.
Del 2010 me llevo lo bueno, lo malo, los buenos amigos, los nuevos amigos, el amor de mi vida [Aprobá las materias y terminá 1 año, pelotudo.] y la sensación de que este año voy a ser menos pelotuda [dale con la palabrita]
Un año se hace, no cae de arriba, no tiene sentido tener una lista de deseos para un nuevo año si pretendes que esta se cumpla [no cumplirla]. Yo no tengo mi lista... pienso escribirla a medida que pasen los días, cuando cumpla con lo que quiero
viernes, 31 de diciembre de 2010
Llegaremos a tiempo - rosana
Si te quitan la teta y te cambian de cuento
No te tragues la pena, porque no estamos muertos
Llegaremos a tiempo, llegaremos a tiempo
Si te anclaran las alas, en el muelle del viento
Yo te espero un segundo en la orilla del tiempo
Llegaras cuando vayas más allá del intento
Llegaremos a tiempo, llegaremos a tiempo…
Si te abrazan las paredes desabrocha el corazón
No permitas que te anuden la respiración
No te quedes aguardando a que pinte la ocasión
Que la vida son dos trazos y un borrón
Tengo miedo que se rompa la esperanza
Que la libertad se quede sin alas
Tengo miedo que haya un día sin mañana
Tengo miedo de que el miedo, te eché un pulso y pueda más
No te rindas no te sientes a esperar
Si robaran el mapa del país de los sueños
Siempre queda el camino que te late por dentro
Si te caes te levantas, si te arrimas te espero
Llegaremos a tiempo, llegaremos a tiempo…
Mejor lento que parado, desabrocha el corazón
No permitas que te anuden la imaginación
No te quedes aguardando a que pinte la ocasión
Que la vida son dos trazos y un borrón
Tengo miedo que se rompa la esperanza
Que la libertad se quede sin alas
Tengo miedo que haya un día sin mañana
Tengo miedo de que el miedo te eché un pulso y pueda más
No te rindas no te sientes a esperar
Solo pueden contigo, si te acabas rindiendo
Si disparan por fuera y te matan por dentro
Llegaras cuando vayas, más allá del intento
Llegaremos a tiempo, llegaremos